ARTE
TÍTULO: Arte
AUTORA: Yasmina Reza
EDITORIAL: Anagrama
SUBGÉNERO: Comedia
AÑO DE ESTRENO: 1994 (1998
en España)
AÑO DE PUBLICACIÓN: 1998 (1999 en España)
Un
cuadro sin sentido que da sentido a una relación de amistad. Una relación de
amistad sin sentido que da sentido a un cuadro. Una crisis originada por un
discurso artístico irracional, el único capaz de salvar una relación quebrada
fecundando un injerto vivificador. Y una obra en la que todo se salva al final,
hasta la propia obra. Esto Arte,
“quien lo probó lo sabe”.
Unos
diálogos un tanto forzados de pretenciosos que son, y que solo pueden sostenerse
por el arte interpretativo de buenos actores, bien conducidos por un látigo
director. Una obra resultona, de esas que goza del favor del público, ávido
siempre de comedia.
Arte se ha convertido, en veinte años, en garantía de éxito. En España lo fue
desde que Hipólito, Pou y Flotats encarnaron al Sergio esnob que paga una “pasta”
por un cuadro blanco, al temperamental Marcos que no soporta el “crimen” que ha
cometido su amigo, y al atribulado y maleable Iván. Desde entonces, varios
montajes y elencos más. El último, el que dirige Miguel del Arco, con un
reparto equilibrado sobre un “desequilibrante” escenario en el que Roberto Enríquez
y Cristóbal Suárez dibujan un pugilato arbitrado por Jorge Usón y agitado por
un ritmo trepidante y muy bien pautado. Eso sí, esta vez, nada de blanco para
los ojos del espectador (salvo el lienzo, claro). Lo que toca ahora es el gris,
tan “moderno” como resultón; y tan bien traído como punto de fuga muy pictórico
(con su marquito y todo); y tan bien aprovechado para los juegos visuales y
para la brillante resolución final. Después de tantas puestas en escenas en
pocos años, había que sorprender con otro color.
Para
el espectador, un espectáculo que seguramente no le defraudará, especialmente a
medida que cruza el meridiano y una que vez se haya habituado a tanta apariencia
de risotada escandalosa y amiguetes de palmadota reafirmante. Para el lector,
si lo hubiere, una pieza entretenida pero, quizá, con demasiada “pose”, que
habla del arte contemporáneo y de la amistad. Pero un texto que se salva en su
remate con esa metamorfosis del cuadro que los tres amigos reinterpretan para
reinventar su amistad sin que la sangre llegue al río. Lo que no hay manera de
que se salve es el control de calidad, oye (al menos la edición del 99; creo
que hay otra reciente, de 2017 y de la misma editorial); ni una editorial
consagrada como Anagrama parece capaz de evitar errores sonrojantes que parecen
empeñarse en hacer del teatro la
zarzuela (léase “género chico”…) de los géneros literarios.
Una
obra quizá sobrevalorada pero a la que merece la pena acercarse. En tiempos de
todo incluido, catarsis sin tragedia.