PÁNCREAS
TÍTULO: Páncreas
AUTOR: Patxo Tellería
EDICIÓN: CDN
SUBGÉNERO: Tragicomedia
AÑO DE ESTRENO: 2015
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2016
Páncreas es un divertimento muy divertido.
Acostumbrados
estamos a buscarle tres pies al gato y trascendencia a todo. Un último sentido
que dé sentido último a todo texto. Pues no. No os devanéis los sesos en
demasía con la lectura de Páncreas.
Simplemente disfrutad de una pieza entretenida, divertida, amena, ingeniosa…
por mucho que la muerte cobre cuerpo en ella.
Patxo
Tellería nos propone un juego dramático original por cuanto recupera el verso
para hilvanar los diálogos de Javilo, César y Raúl. Los tres se han conocido en
una terapia para personas con trastornos mentales. Javilo había caído en un
pozo sin fondo tras ser abandonado por su novia; César era un tipo
peligrosamente irascibe; y Raúl amaba tanto la vida que había decidido
suicidarse a los 60 años antes de caer en la demencia hereditaria que su padre
le había “legado”. Y entre ellos surge un conflicto: Javilo necesita un
trasplante de páncreas y César propone que Raúl adelante su suicidio, no sin
antes haber donado su preciada víscera a su amigo enfermo. No digo más de la
trama, que tiene mucha miga y esconde sorpresas que no hay que desvelar.
Páncreas es obra más bien breve, que va al grano desde el inicio, sencilla y clara
en su planteamiento y que mantiene el pulso argumental vivo de principio a fin
merced a una historia concisa, a un verso rítmicamente ágil y a la soltura de unos
diálogos rimados repletos de mucha gracia. Además, se deja ver muy bien sobre
las tablas la puesta en escena dirigida Juan Carlos Rubio. Alfonso Lara,
Fernando Cayo y José Pedro Carrión aportan, cada uno, una vis cómica
diferenciada, como diferenciados están los perfiles de los tres personajes. Los
tres se mueven en una atmósfera gótica bajo un código cómico y un tanto
farsesco que solo en fugaces ocasiones
quizá les hace perder un punto de feedback
y tempo en las réplicas gestuales, pero que va desatándose hasta lo bufonesco a
medida que progresa la función y arrancando carcajadas a un público que puede
disfrutar, incluso, de las dotes de canto de los actores. Y así, un Alfonso
Lara (Javilo) atribulado por el secreto que esconde, un Fernando Cayo (César)
en el que asoman fugaces ramalazos de divertido trastorno, y un José Pedro
Carrión (Raúl) con prodigiosa voz de tormenta (y velo de paladar relajadillo y
cómico…) atan a los espectadores a sus butacas con un medido y ameno movimiento
escénico que aprovecha bien la vistosa y tétrica escenografía, bien arropada
por el juego de luces y por la música, que crea un espléndido ambiente sonoro,
especialmente al principio y al final de la pieza.
Y
sí. La amistad puesta a prueba; lo que escondemos por egoísmo, por miedo o por
rencor; el mirar cara a cara a la muerte cuando la parca llama a la puerta.
Todo ello. Pero lo que de verdad importa aquí, no nos engañemos, es divertirse.
Lo hace el lector y lo hace el espectador. El lector lo hace con la lectura de
esta edición del Centro Dramático Nacional en su colección “Autores en el
centro”, acompañada de fotografías del montaje, de didácticas informaciones del
autor sobre la métrica utilizada y de varias erratas que un mejor control de
calidad hubiera evitado… Y lo hace también el espectador viendo la puesta en
escena de esta Tragicomedia de vida y
muerte o cómo juega a veces la muerte (más comedia que otra cosa) producida
(con poderío, a lo que parece) por el CDN y por Concha Busto.
Pues
eso, un divertimento. No más. No menos.