domingo, 26 de febrero de 2017

PÁNCREAS
TÍTULO: Páncreas
AUTOR: Patxo Tellería
EDICIÓN: CDN
SUBGÉNERO: Tragicomedia
AÑO DE ESTRENO: 2015
AÑO DE PUBLICACIÓN: 2016

Páncreas es un divertimento muy divertido.
Acostumbrados estamos a buscarle tres pies al gato y trascendencia a todo. Un último sentido que dé sentido último a todo texto. Pues no. No os devanéis los sesos en demasía con la lectura de Páncreas. Simplemente disfrutad de una pieza entretenida, divertida, amena, ingeniosa… por mucho que la muerte cobre cuerpo en ella.
Patxo Tellería nos propone un juego dramático original por cuanto recupera el verso para hilvanar los diálogos de Javilo, César y Raúl. Los tres se han conocido en una terapia para personas con trastornos mentales. Javilo había caído en un pozo sin fondo tras ser abandonado por su novia; César era un tipo peligrosamente irascibe; y Raúl amaba tanto la vida que había decidido suicidarse a los 60 años antes de caer en la demencia hereditaria que su padre le había “legado”. Y entre ellos surge un conflicto: Javilo necesita un trasplante de páncreas y César propone que Raúl adelante su suicidio, no sin antes haber donado su preciada víscera a su amigo enfermo. No digo más de la trama, que tiene mucha miga y esconde sorpresas que no hay que desvelar.
Páncreas es obra más bien breve, que va al grano desde el inicio, sencilla y clara en su planteamiento y que mantiene el pulso argumental vivo de principio a fin merced a una historia concisa, a un verso rítmicamente ágil y a la soltura de unos diálogos rimados repletos de mucha gracia. Además, se deja ver muy bien sobre las tablas la puesta en escena dirigida Juan Carlos Rubio. Alfonso Lara, Fernando Cayo y José Pedro Carrión aportan, cada uno, una vis cómica diferenciada, como diferenciados están los perfiles de los tres personajes. Los tres se mueven en una atmósfera gótica bajo un código cómico y un tanto farsesco  que solo en fugaces ocasiones quizá les hace perder un punto de feedback y tempo en las réplicas gestuales, pero que va desatándose hasta lo bufonesco a medida que progresa la función y arrancando carcajadas a un público que puede disfrutar, incluso, de las dotes de canto de los actores. Y así, un Alfonso Lara (Javilo) atribulado por el secreto que esconde, un Fernando Cayo (César) en el que asoman fugaces ramalazos de divertido trastorno, y un José Pedro Carrión (Raúl) con prodigiosa voz de tormenta (y velo de paladar relajadillo y cómico…) atan a los espectadores a sus butacas con un medido y ameno movimiento escénico que aprovecha bien la vistosa y tétrica escenografía, bien arropada por el juego de luces y por la música, que crea un espléndido ambiente sonoro, especialmente al principio y al final de la pieza.
Y sí. La amistad puesta a prueba; lo que escondemos por egoísmo, por miedo o por rencor; el mirar cara a cara a la muerte cuando la parca llama a la puerta. Todo ello. Pero lo que de verdad importa aquí, no nos engañemos, es divertirse. Lo hace el lector y lo hace el espectador. El lector lo hace con la lectura de esta edición del Centro Dramático Nacional en su colección “Autores en el centro”, acompañada de fotografías del montaje, de didácticas informaciones del autor sobre la métrica utilizada y de varias erratas que un mejor control de calidad hubiera evitado… Y lo hace también el espectador viendo la puesta en escena de esta Tragicomedia de vida y muerte o cómo juega a veces la muerte (más comedia que otra cosa) producida (con poderío, a lo que parece) por el CDN y por Concha Busto.

Pues eso, un divertimento. No más. No menos.